EN LAS VEGAS
A la mañana siguiente, fuimos al casino. La luz natural nunca llegaba a tocar la zona de juego, así que fue más fácil. Edward me contó que generalmente esperaban ir a perder algo de dinero en el hotel - una suite como la nuestra estaba reservada para aquella clase especial de visitantes conocidos como grandes apostadores. Mientras ellos caminaban - y yo iba en mi silla de ruedas - a través de los miles de metros de suelo elegantemente decorado del casino, Alice se detuvo tres veces en una peculiar tragaperras y deslizó una targeta por el escáner. Cada vez que lo hacía, las sirenas sonaban muy fuerte, las luces giraban, y una simulación electrónica de monedas cayendo indicaba que su premio había sido abonado a su habitación. Ella trató que yo lo hiciera una vez, pero negué con la cabeza con escepticismo.- Pensé que se suponía que deberías perder dinero - le acusé.- Oh, lo haré - me aseguró - Pero no hasta que les haga sudar un poco. - Su sonrisa era pecaminosa.Llegamos a una sección más lujosamente decorada del inmenso casino, donde ni habían tragaperras ni turistas vestidos de forma informal con vasos de plástico llenos de cambio. Las sillas de felpa reemplazaban los taburetes giratorios de bar, y las voces eran silenciosas, serias. Pero nosotros continuamos aún más lejos, a través de un conjunto de vistosas puertas doradas hacia otra habitación, una habitación privada, más opulenta aún. Al fin entendí porqué Alice había insistido en la seda cruda, el chal verde esmeralda que me había puesto hoy alrededor de mi vestido, porqué ella vestía con un largo pareo blanco satinado - con un top de encaje que dejaba al descubierto su plano y blanco estómago - y porqué Edward estaba tan abrumador e irresistble con otro traje de seda ligera. Los jugadores de esta habitación estaban vestidos con un exclusivo esplendor cuyo coste estaba más allá de mi imaginación. Unos cuantos de los hombres más mayores e impecables hasta tenían jóvenes mujeres con vestidos largos de brillantes y sin tirantes que estaban detrás de sus sillas, tal como en las películas. Me compadecí de las bellas mujeres en cuanto sus ojos recorrieron a Alice y Edward, dándose cuenta de sus propios defectos cuando ellas midieron a la primera, y los defectos de sus parejas cuando se comían con los ojos al segundo. Yo era el enigma, y sus ojos se apartaron de mí insatisfechas.Alice se deslizó hacia las largas mesas de la ruleta y yo me avergonzé en cuanto pensé en los estragos que causaría.- Tú sabes cómo se juega al black jack, por supuesto - Edward se inclinó hacia delante para murmurarme en la oreja.- ¿Estarás de broma? - Sentí el color escurriéndose de mi cara.- Sabiendo la suerte que tienes, dejarte jugar sería la mejor forma de perderlo todo - rió entre dientes. Me empujó hacia una mesa con tres sillas vacías. Dos immaculadamente vestidos, excepcionalmente solemnes hombres asiáticos echaron un vistazo hacia arriba con incredulidad en cuanto Edward me levantó con cuidado hasta una de las sillas de terciopelo, y cogió un asiento al lado mío.La delicada y preciosa oriental que estaba de pie al final de la mesa miró con una insultante incredulidad cuando Edward acarició mi pelo posesivamente.- Sólo usa una mano - me habló en voz baja casi en silencio en mi oído - Y guarda tus cartas encima de la mesa.Edward le habló al crupier en voz baja, y aparecieron dos impresionantes pilas de fichas de azul oscuro encima de la mesa enfrente de nosotros. No tenían números - y tampoco lo quería saber. Edward empujó hacia delante una pequeña pila de las suyas, y una más grande de las mías. Miré enfurecida a Edward con un avergonzado pánico, pero él sólo sonrió con travesura mientras que el crupier repartía las cartas rápidamente. Cogí mis cartas con cuidado, sujetándolas con rigidez sobre la mesa. Tenía dos nueves. Edward cogía sus cartas sin apretar; pude ver que tenía un cinco y un siete. Miré con cautela a los dos señores que estaban cerca de mí, concentrada y aterrada, observando detenidamente para ver cuál era el protocolo para una mesa de black jack de grandes apostadores. Para mi alivio, parecía fácil. El primero extendió la parte superior de sus cartas brevemente contra el fieltro, y recibió una carta, el segundo metió la esquina de sus cartas debajo del montón de fichas de su apuesta, y no quiso nada. Rápidamente puse mis cartas hacia abajo, empujándolas torpemente debajo de mis fichas - con las mejillas ardiéndome - cuando el crupier me miró. Me di cuenta tarde que el crupier tenía una reina. Edward rozó la mesa ligeramente, y la crupier le lanzó en la mesa un nueve boca arriba enfrente de él. Le miré, mientras los hombres de detrás mío murmuraron con admiración.El crupier tenía un jack, y yo perdí, como también los dos señores asiáticos. Suavemente nos liberó de nuestra fichas. Escuché un apagado alboroto que venía de la mesa de la ruleta, y tuve miedo de mirar. Edward empujó otra pila de mis fichas sobre la mesa, y el juego empezó otra vez.Cuando mis fichas desaparecieron, Edward me pasó parte de las suyas, incapaz de contener su divertida sonrisa. Lo estaba haciendo bien, ganando tres veces, que la mayoría de las veces que los otros hombres de la mesa. Pero, con el tamaño de mis apuestas controlado por él, estaba perdiendo fichas más rápido de las que él podía recoger. Todavía tenía que ganar una mano. Era humillante - pero al menos estaba segura que nunca me convertiría en una adicta al juego.Finalmente, perdí nuestra última pila de fichas. Los señores asiáticos, y su escolta femenina, observaron a Edward con impresionada curiosidad cuando él no pudo contener por más tiempo su alegría, riendo entre dientes silenciosamente, pero con un profundo regocijo, mientras él me volvía a sentar en la silla de ruedas. Me sonrojé y mantuve la mirada en la gruesa alfombra mientras me empujaba hacia fuera, aún riéndose.- Soy la peor jugadora de la historia - murmuré disculpándome.- En realidad, no lo eres. Eso es lo que lo hace más divertido - se rio de nuevo. - Tú no hiciste nada mal, aparte de jugar un poco cautelosamente. Lo extraño hubiera sido que hubieras perdido todas las manos… - sacudió la cabeza, sonriendo abiertamente.Llegamos a la mesa de la ruleta justo a tiempo de ver cómo Alice perdía su espectacular pila de fichas de todos los colores en un sólo desastroso giro de volante. Muchos de los jugadores esperanzados que habían apostado con ella a diecisiete al black, le miraron con mirada asesina decepcionados. Ella se rio, un vibrante y despreocupado sonido, y se unió a nosotros.- ¿Perdimos suficiente? - susurré mientras salíamos por las puertas de oro.- Creo que la casa está satisfecha. Probablemente eres su clienta favorita de hoy - se rio él por lo bajo.- Por favor, prométeme una cosa.- Lo que quieras.- Nunca, jamás me digas cuánto dinero hemos perdido hoy, por favor.Para entonces, ya estábamos en el ruidoso casino, y su risa era incontrolada.
7 comentarios:
por que este extra, no se encuentra en la pagina oficial de stephenie meyer, a caso es de alguien y no de stephenie meyeer?
y en donde va este capitulo eliminado a ni no me cuadra para nada con ninguna de las historias de la saga y no veo donde lo pudieron acomodar
Yoyi Cullen
ola
de donde es este capitulo ??
no se donde va
k alguien responda pronto
creo que es despues de que bella saliera del hospital(crepusculo finales-luna nueva comienzo).
porke menciona k esta en silla de ruedas y solo pudo ser hay .
creo que es despues de que bella saliera del hospital(crepusculo finales-luna nueva comienzo).
porke menciona k esta en silla de ruedas y solo pudo ser hay .
me encantan los libro pero los capitulo que estan eliminado es porque los libro quedaban muy largos con estos asi que no los colocan como en la peli tambien ay escenas eliminadas
me fascina robert es mas guapo uch pero teylor tiene una carita tan hermosa queno hay nadie q se compare con el si a teylor lo ubieran colocado como actor principal creoque me ubiera enamorado de el pero no se si es por el papel que hace rob q lo caracteriza me encantan todos lo personajes y la bb es hermosa}
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